Admiral’s Cup Marées y Targa Florio: alma de competición

La práctica deportiva de competición, que ha estimulado a lo largo de los años el desarrollo de los relojes de pulsera y los cronógrafos, encuentra su máxima expresión en los dos modelos que hoy traemos a colación.

Creados para convertirse en una referencia en regatas y circuitos de velocidad, su diseño se inspira en las gestas de navegantes y pilotos de carreras, personas curtidas por las dificultades y los retos que requieren información precisa y fácil de leer e interpretar en condiciones extremas.

Justo lo que ofrecen el Targa Florio de la centenaria casa TAG Heuer y el Admiral’s Cup Marées de la innovadora firma Corum.

Targa Florio: el espíritu de Fangio

Con una larga trayectoria en la manufactura de relojes deportivos (Autavia, Camaro, Silverstone, Daytona, Carrera, Mónaco…), la marca Heuer-fundada en 1860 por Edouard Heuer en la localidad suiza de St-Imier, adquirida en 1985 por la sociedad TAG, especializada en componentes de alta tecnología para la Fórmula 1, y perteneciente actualmente a la corporación de artículos de lujo LVMH- ha estado vinculada desde sus inicios al mundo del automovilismo y la aviación.

De esta identificación bebe el diseño del Targa Florio, nombre de una legendaria prueba de resistencia en carreteras convencionales de las montañas de Sicilia organizada, desde principios del siglo XX hasta 1977, gracias al impulso y el esfuerzo del empresario y millonario italiano Vincenzo Florio y en la que participaban los coches y las marcas más prestigiosas de la época.

Se dice que Juan Manuel Fangio, reconocido aficionado a los cronógrafos Heuer y quíntuple campeón del mundo de F1, lucía en su muñeca un reloj de la firma helvética cuando compitió en varias ediciones de la prueba a principios de los cincuenta al volante de Maserati, Mercedes y Alfa Romeo.

El famoso piloto, que no logró ganar el certamen ni levantar la placa destinada al primer clasificado, siendo su mejor posición el segundo lugar obtenido en 1955, sirvió, de todas formas, de inspiración para la marca suiza que aprovechó esta simbiosis para lanzar el reloj del mismo nombre.

Sin embargo, la unidad, que se comercializó por primera vez en 1996 dentro de la línea Classic, se basa realmente en los cronógrafos ‘Flieger’, fabricados para los pilotos alemanes de la Luftwaffe a mediados de la década de los treinta y carentes, en principio, de vinculación con el mundo automovilístico, aunque es factible que el gran campeón argentino empleara un reloj similar en la carrera italiana.

Estos modelos, que guardan innegables equivalencias con el actual, estaban acabados en metal niquelado y se caracterizaban por la ágil lectura de los datos, con dos diales auxiliares para el cronómetro, grandes números arábigos blancos sobre fondo negro, y segundero central con escala exterior. 

El original, con su peculiar corona acanalada sobredimensionada, bisel en forma de canto de moneda, marcador triangular a la altura de las doce para hacer mediciones, y la firma Heuer en la esfera, presentaba un único pulsador lateral, situado encima de la corona, y no será hasta 1942 cuando aparezca el cronógrafo de dos botones. 

La reedición conserva las pautas que hicieron míticos a estos relojes incorporando lo mejor de la tecnología y acabados actuales como la caja de acero quirúrgico reforzado, con tapa roscada posterior, que alberga un movimiento automático ETA de alta precisión y aguanta presiones de hasta treinta metros.

La primera serie de mediados de los noventa, con dos pulsadores, corona estriada y bisel de moneda, equipaba un Calibre 17 (Ref. CX2110), montaba cristal de plexiglás, calendario a las seis, esfera negra, números arábigos y agujas en blanco, cronómetro (parada, reinicio y retroceso), y esferas auxiliares, a las nueve y las tres, para el segundero y el minutero (30).

Mostraba el escudo de TAG Heuer en la parte superior y el nombre de la carrera en la inferior aunque carecía de una referencia explícita a Fangio, algo en lo que sí incidía la publicidad de la casa suiza que loaba su figura y aquellos tiempos de carreteras reviradas y traicioneras.

En el año 2001 se relanzó de nuevo el modelo, junto a otras unidades vintage de la firma como el Mónaco azul de Steve McQueen y el Monza, y se incorporó el cristal zafiro (referencia CX2112), y la firma del campeón de F1 en la esfera.

La unidad, que podía adquirirse con correas de piel y cocodrilo, tenía un coste que oscilaba entre 2.600 y 3.000 euros en las tiendas aunque, hoy en día, es posible encontrar algunas referencias de segunda mano en buenas condiciones a precios más contenidos.

Un exclusivo reloj, casual, robusto, fiable, y con un toque vintage.

Admiral’s Cup Marées: el control del mar

La exclusiva firma suiza Corum, fundada en La Chaux-de-Fonds por el maestro relojero Gaston Reis en asociación con su sobrino René Bannwart en 1955, se ha caracterizado desde sus inicios por una impecable manufactura unida a una apuesta constante por la innovación y la búsqueda de nuevas soluciones en el campo de la relojería, tanto en materiales y mecanismos como en formas y diseños atrevidos e impactantes.

Dentro de sus líneas más famosas se encuentra la Admiral’s Cup que vió la luz por primera vez en una unidad de forma cuadrada presentada en 1960.

Este modelo, que en 1982 adopta su revolucionaria caja dodecagonal con los gallardetes que marcan los puntos horarios en el código marítimo internacional y un año más tarde se liga comercialmente a la elitista regata internacional Mum’s Admiral Cup, patrocinada por la marca, es sinónimo de las mejores competiciones deportivas marítimas y se ha comercializado en múltiples versiones.

Una de las más especiales, únicas, y singulares es la dedicada a medir el movimiento del mar.

Marineros, deportistas, navegantes, y amantes de los oceános encuentran en la gama Marées, cuyo concepto ya desarrollaron de forma más modesta otras firmas como Heuer con su modelo Mareograph / Seafarer en los cincuenta, su mejor aliada.

El trabajo artesanal y la maestría técnica se plasman en un reloj que sigue las pautas estéticas del resto de la gama-caja estanca de doce caras, banderolas en el bisel, corona roscada de seguridad, y apariencia dinámica y robusta- y viene equipado con un movimiento patentado de cuerda automática sobre 21 rubíes, con certificado de cronómetro COSC, que desvela en tiempo real los diferentes estados de las mareas y sus fenómenos.

Presentado en acero, con la pulsera a juego, monta cristal zafiro sobre esfera azul marina con detalles en blanco, y lleva el reverso, transparente en la parte inferior para admirar el mecanismo, adornado con un velero y la llave / logo de la casa helvética, símbolo de la búsqueda de nuevos horizontes.

Sumergible hasta cincuenta metros, está dotado con segundero central en rojo con escala exterior, calendario a las tres, y un trío de esferas auxiliares, situadas a la altura de las seis, las nueve y las doce, dirigido a informar sobre la hora de la marea ascendente y la bajamar, la fuerza de la marea diurna en relación a las fases de Luna, la estimación de la altura del agua, y la intensidad de las corrientes existentes.

El usuario puede obtener datos, en cualquier lugar del mundo, sobre las aguas vivas y muertas y los coeficientes de las mareas agrupados por franjas de 25, además de la marea alta, media y baja, y la graduación de las alturas expresadas en duodécimas partes.

El modelo, con una autonomía en reposo de cuarenta horas, es un prodigio tecnológico y un producto de lujo, con una gama de precios que oscila entre cuatro y ocho mil euros en función de las series y los materiales y acabados empleados en su construcción, que se vende con un estuche de metacrilato con forma de burbuja simulando el oleaje.

Un reloj propio de una firma relojera que ha sabido combinar la tradicional excelencia suiza con el riesgo y el diseño más atrevido y cautivador.

Una pareja muy especial que espero que os guste.

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