La linterna mágica y el entretenimiento didáctico

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En este post queremos ofrecer algunos apuntes sobre la creación y la evolución de la linterna mágica, analizar los modelos existentes en el mercado y abordar su utilización dentro del campo de la pedagogía y la enseñanza.

Los expertos en la materia coinciden en resaltar dos nombres cuando se habla del proceso de gestación de este instrumento óptico.

Athanasius Kircher
Athanasius Kircher

El primero, el religioso y científico alemán Atanasio Kircher, fue considerado durante años el inventor del artilugio gracias a la aparición del libro ‘Ars magna lucis et umbrae’-publicado por primera vez en 1646 y reeditado un cuarto de siglo después con una serie de dibujos explicativos del aparato- donde describe el funcionamiento de un sistema de proyección primitivo.

Este jesuita descubrió que los principios de la linterna mágica y la cámara oscura eran reversibles y, basándose en esas observaciones, diseñó una máquina cilíndrica con una lente a modo de condensador que proyectaba, ampliadas sobre una pantalla, imágenes pintadas con colores traslúcidos sobre delgados trozos de vidrio.

Al parecer, en opinión de diversos autores, el sacerdote pudo usarla como recurso educativo para captar la atención de sus alumnos en sus clases en el Centro de Estudios Superiores de los Jesuitas en Roma, y también, según cuentan leyendas y rumores, para reconducir al rebaño de Dios a las ovejas descarriadas mediante la proyección nocturna de escenas de muerte sobre las ventanas de pergamino de sus hogares.

Hoy en día, los historiadores estiman, sin embargo, que el verdadero artífice del instrumento es el famoso matemático y físico holandés Christiaan Huygens, quién, en 1659, construye una linterna con una lente de tres elementos que había descrito previamente en sus manuscritos, donde también se reflejan dibujos y bocetos de placas animadas realizadas mediante la superposición de láminas de vidrio coloreadas, fijas y móviles, a la manera de las que se generalizaran en años venideros.

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Este polifacético personaje, un prominente astrónomo que desveló la forma de los anillos de Saturno, se ha mantenido años en la sombra porque él mismo renegaba de un invento que le avergonzaba y quizás no veía a la altura de su talento.

Pensaba que le ridiculizarían si lo daba a conocer o sería usado para estafar y engañar a la gente y hasta tal punto llegó su temor que no quiso presentarlo en la corte francesa donde su padre ejercía de diplomático.

El uso del instrumento se restringe al ámbito académico durante cerca de una centuria, un periodo de evolución en el que las aportaciones de varios científicos-Johannes Zahn, Richard y John Reeves, Johann Christoph Sturm, Thomas Rasnussen…- permiten perfeccionar la óptica y la calidad de proyección gracias a la adición de lentes más nítidas y sin imperfecciones.

En torno a las primeras décadas del siglo XVIII, la linterna mágica es redescubierta por los feriantes que, cargados con el dispositivo y los vidrios coloreados, acudían a eventos y espectáculos por pueblos y ciudades llevando la magia de un nuevo medio audiovisual basado en la representación de imágenes y el empleo coordinado del sonido.

Se trataba de una sencilla caja de madera, hojalata, cerámica o metal dotada de una luz interior (candil de aceite, vela, quemador…) situada delante de un espejo cóncavo y frente a una óptica con dos lentes convexas.

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Entre ellas y la fuente de iluminación se colocaban en un soporte-existían diversos modelos para mejorar las transiciones y conseguir efectos animados- las placas transparentes proyectadas en una pantalla blanca al tamaño deseado gracias al cañón del aparato, que se desplegaba y replegaba a voluntad.

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Sus funciones, inocuas al principio, se centraban en temas alegóricos y fantásticos pero, poco a poco, introducen contenidos sociales y elementos críticos, lo que, en ocasiones, despierta la inquina de nobles y poderosos que recelan de un medio al que tildan de vulgar y subversivo.

Sin embargo, estos linternistas ambulantes abonaron el camino para la popularización de un dispositivo que, progresivamente, abandonó las calles para ganar espacio en teatros, escenarios fijos y domicilios particulares en espera de espectadores ávidos de novedades y emociones, tal era el éxito y la dimensión cultural que alcanzó en la época.

Las representaciones se hacen más complejas y se incorporan diferentes recursos técnicos para realzar la proyección y dotar de vida a las escenas estáticas como humo, sonidos, ruidos, instrumentos musicales, sistemas mecánicos, caleidoscopios, combinación de linternas integradas, placas de vidrio de gran tamaño, transparencias dinámicas, grabados, filtros de color, sobreimpresiones y fundidos de imágenes.

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Igualmente, se optimiza la fabricación de los cristales coloreados en forma de disco, cuadrado o rectángulo, un trabajo complejo que exigía ser puntilloso y detallista ya que cualquier trazo tosco se reflejaba posteriormente en la proyección.

Su realización constituía, al principio, todo un arte en la medida que había que dominar la transparencia y fijación de los colores y saber qué técnica pictórica (se prefería la acuarela al óleo), mezcla cromática-se usaban maderas exóticas, compuestos singulares como vejiga molida, barnices, resinas, aceites y tonalidades del estilo del azul berlín y el verde lirio-  y grosor de pigmento aplicar a un vidrio que, por otra parte, debía ser delgado y de alta calidad (generalmente procedía de Francia o Bohemia).

Uno de los géneros más aclamados dentro de las funciones de linternas mágicas fue el de la fantasmagoría o el arte de representar fantasmas, espectros y esqueletos mediante una ilusión óptica.

Escena de un espectáculo de fantasmagoría ejecutado por Robertson.
Escena de un espectáculo de fantasmagoría ejecutado por Robertson.

Un campo en el que el maestro fue el clérigo francés Robertson, creador de un lenguaje propio, equivalente al cinematográfico, que combinaba elementos narrativos, visuales y sonoros y dotaba a la linterna mágica de una capacidad de contar historias y llegar a las masas desconocida hasta entonces.

En 1798 estrena en París una serie de actuaciones, de gran calado y carga educativa para vencer las supersticiones del público iletrado, con las que viajará por toda Europa durante las tres décadas siguientes obteniendo un gran éxito de espectadores y la envidia de sus competidores que copiaran su espectáculo con ligeras variaciones.

Los testimonios hablan de sesiones de ambientación gótica en las que criaturas monstruosas se precipitaban sobre los asustados asistentes.

A lo largo del siglo XIX la linterna mágica se convierte también en uno de los recursos más empleados en la educación y la divulgación recreativa de la ciencia.

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Ejemplos de esta tendencia de divertir instruyendo son las funciones de microscopio solar-una linterna iluminada con la luz del sol que permite magnificar animales, insectos y objetos diminutos- y los espectáculos de ciencia, historia, geografía, etnología, botánica, anatomía, zoología o astronomía desarrollados por linternistas, escuelas, academias, agrupaciones e institutos para enseñar mediante el entretenimiento.

Como señala el constructor británico Charles A. Parker ‘hay pocos instrumentos de naturaleza científica calculados para entretener e instruir mejor que la linterna. Mientras que el microscopio o el telescopio no atraen sino al ojo educado, los efectos de la linterna se pueden apreciar y entender por un gran número de personas al mismo tiempo’.

A comienzos de la centuria aparecen los primeros fabricantes (en 1820 la londinense Carpenter & Westley) y las linternas acceden al mercado doméstico, además de generalizarse su uso social.

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En pocos años se pasa de un entorno conformado por manufacturas artesanales, de producción y demanda limitada, a una panorámica dominada por una industria mecanizada, especializada y diversificada dentro de un mercado muy competitivo y segmentado en función de las necesidades profesionales y domésticas.

Surgen múltiples marcas y firmas comerciales en Alemania, Reino Unido, Francia, Estados Unidos y otros países europeos, entre ellas casas de gran renombre como Acher & Sons, Lapierre, Bing, Carette, Newton & Co., McAllister, Johann Falk o Ernst Plank, hasta sumar varios centenares a nivel mundial.

Se comercializan todo tipo de linternas, accesorios y series de cristales mágicos dirigidas a los aficionados y el público infantil y juvenil y también a instituciones, entidades y espectáculos públicos y privados.

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Solían venderse en elegantes cajas de madera o cartón adornadas con atractivas etiquetas e incluían colecciones de vidrios pintados, cromolitografiados y registrados sobre emulsión fotográfica.

Existían infinidad de series y motivos, tanto en blanco y negro como en color.

Como señala el profesor Francisco Javier Frutos Esteban en su trabajo ‘La linterna mágica: de la invención a la decadencia (siglos XVII-XX)’, la firma inglesa Newton llegó a inventariar entre cien mil y doscientas mil transparencias en un catálogo de más de un millar de páginas organizado en secciones (imágenes sacras, moralizantes, cuentos, relatos cómicos, obras de la literatura, instantáneas sobre naturaleza, arte, historia, desarrollo industrial…).

Casas británicas como Butcher & Sons editaron colecciones sobre historietas infantiles acompañadas de lecturas y otras muchas marcas, una de ellas fue la alemana Unger & Hoffmann AG, vendieron placas de linterna mágica fotográficas de temática variada.

En materia educativa, amén de todos los cristales coloreados sobre los asuntos citados anteriormente, muchos de los cuales se empleaban como instrumentos pedagógicos, hubo series sobre los oficios y también colecciones curiosas y de gran carga moralizante como las lanzadas por organizaciones religiosas en las que se alertaba contra la bebida y otros malos hábitos y se ofrecían consejos sobre la templanza y la moral cristiana.

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Las linternas mágicas también se suministraban con catálogos, instrucciones de uso, textos para acompañar las proyecciones, lámparas de lectura, publicaciones con trucos y secretos de los grandes linternistas, pantallas plegables, quinques, y otros complementos como marcos deslizantes de madera y metal, con o sin sistemas mecánicos de animación, para colocar y pasar las diapositivas.

Las estanterías de los comercios especializados se llenan de simples y económicas unidades para los más pequeños de la casa, ideadas para divertirse y experimentar, dotadas de lentes fijas, aptas para cristales de entre dos y cuatro centímetros de ancho e iluminadas por velas o pequeñas lámparas de aceite.

También había piezas de fantasía, lujosas, caras y exclusivas, como las diseñadas con formas singulares (mezquita, buda, pagoda, coche…) y las acabadas en cerámica decorada con motivos florales e infantiles.

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Igualmente, se ofrecían diferentes grados de referencias de valor medio alto (linternas de salón, de proyección y combinadas), caracterizadas por su mayor tamaño y complejidad técnica y por equipar quemadores de queroseno, carburo o luz eléctrica y lentes de alta calidad para desarrollar certámenes científicos y culturales, tareas docentes y eventos sociales.

El siglo se cierra en pleno apogeo social y comercial de este medio de comunicación convertido en un espectáculo de masas.

Sin embargo, su presencia pierde pujanza con la aparición de la fotografía animada que deriva en el cinematógrafo de los hermanos Lumière, un instrumento que plasma la realidad sin artilugios y ofrece infinitas posibilidades para la magia y la imaginación.

En torno a 1910, la mayoría de las empresas del sector desaparecen y se ven engullidas por las nuevas modas.

Algunas intentan subsistir en el mercado algunas décadas más con la comercialización de juguetes y curiosas combinaciones de linterna y proyector y unas pocas se reinventan y permanecen activas produciendo componentes y accesorios relacionados con el mundo de la fotografía y el séptimo arte.

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En la entrada de este mes nos interesa poner el foco en una clase de linterna más rara y desconocida.

Se trata de una unidad que no se encuentra mucho hoy en día, en un mercado coleccionista y de antigüedades donde sí aparecen más las infantiles y en, ocasiones, las de gama alta.

Una pieza de procedencia francesa, cuyas fotos ilustran este reportaje, fabricada específicamente para su uso en el sector educativo y destinada a conferencias y clases en escuelas y universidades.

Data de principios del siglo XX y emplea vidrios cuadrados de 8,3 centímetros de largo por ancho que se insertan en un soporte de madera deslizable.

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Viene realizada en hojalata policromada en negro y lleva una óptica excelente, con una lente frontal acabada, al igual que otros elementos menores, en latón / bronce y dotada de un mecanismo de autoenfoque y una interior, de generoso grosor y dimensiones, que puede extraerse del cuerpo del aparato.

La lámpara es de gran potencia y monta tres quemadores de aceite con controles individuales de intensidad y un depósito con tapón roscado en la base para el combustible.

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Tiene una chimenea extensible en dos niveles anclada a una apertura cuadrada situada en la parte superior de la estructura e incluye un portón con cierre a pestaña y agujeros de ventilación en la base y los laterales.

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Carece de sellos que permitan identificar al fabricante aunque algunas marcas como la gala Laterne Universelle C & G París manufacturaron unidades de estética similar. Otras firmas dedicadas a este subsector del ramo fueron la británica Perken Son & Co. y la danesa Kongsbak y Cohn.

Este tipo de linternas, idóneas para habitaciones grandes y actos con público, ofrecen imágenes nítidas y detalladas, lo que favorece las explicaciones y la presentaciones de las diferentes materias a exponer.

Aunque en su época, el aparato fue empleado, como ya hemos contado, casi desde el principio para fines educativos, esa función se perdió con el tiempo.

Hoy en día, el recurso, económico, didáctico y divertido, se está recuperando en distintos países del mundo a través de grupos heterogéneos, desde fundaciones privadas e instituciones públicas hasta iniciativas particulares emprendidas por profesores, sobre todo de grado infantil, y aficionados al séptimo arte y los aparatos ópticos.

Una simple búsqueda en la red permite localizar algunos de estos intentos (acciones de difusión de la linterna, proyecciones de películas, trabajos con menores para crear  historias artesanales…) y encontrar también como la denominación del dispositivo se usa habitualmente para identificar a asociaciones dedicadas a la promoción, la educación y el conocimiento del cine y sus antecedentes históricos.

Un bonito punto y seguido para un artilugio simple y efectivo que, como su propio nombre indica, desprende luz y magia cerca de cuatrocientos años después de su invención, en una era digital marcada por los avances tecnológicos.

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2 respuestas a «La linterna mágica y el entretenimiento didáctico»

  1. Gracias por tu aportación. A veces salen cristales aislados relacionados con el circo pero nunca he tenido una serie completa de imágenes. Que tengas mucha suerte en la búsqueda y en el espectáculo ya que me parece genial retomar la linterna para estas cuestiones. Tengo entendido que en Cataluña y en otros lugares hay algunos grupos que hacen proyecciones de películas y actividades recreativas con niños y tu idea me resulta muy sugerente. Saludos

  2. Estoy buscando imágenes de linterna mágica ( slide), ambientadas en el circo: malabaristas, magos,domadores….etc. Teneis material de stas características.

    Aprovecho para informaros que actualmente estoy realizando un espectáculo ambientado en este tema que podeis visionar en you tube. llanterna mágica

    Muchas gracias

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