Hablar de los relojes Duward es analizar la trayectoria de una de las sagas empresariales más longevas de nuestro país. Nos referimos a la familia Vendrell, una estirpe de emprendedores que lleva 160 años dedicada al sector de la joyería y la alta relojería.
Una vasta historia que, como tantas otras, parte de un origen humilde y se construye a base de tesón, trabajo, esfuerzo, dedicación, compromiso con el cliente y búsqueda innegociable de la excelencia y la calidad del producto.
Hay que remontarse a la España de mediados del siglo XIX para encontrarnos con la primera generación de esta dinastía de industriales catalanes.
Carlos Vendrell Castellá, nacido en Barcelona a mediados de la década de los treinta y casado con María Serra Comte, se traslada, en torno a 1854, a vivir a la cercana localidad de Sans donde pone en marcha un pequeño taller de relojería.
Un establecimiento, germen y punto de partida del grupo corporativo actual, que, gracias a su buen hacer en el ámbito de la reparación, consigue cierto prestigio y una sólida cartera de clientes, lo que anima a su fundador a barajar la idea de ampliar el negocio para convertirse en proveedor de firmas relojeras de primera línea.
Este paso evolutivo lo dará, en parte, uno de los seis hijos del matrimonio.
Jaume Vendrell Serra, el primogénito (Sans, 1863), aprende el oficio con su padre y a comienzos de la década de 1880 se establece en la capital.
En compañía de su esposa Francisca Castellá, inicia su actividad con una tienda dedicada a comercializar ‘quincalla fina al por menor’ en la barcelonesa vía de Ample para después centrarse ya en el ámbito de la relojería y la joyería abriendo diversos locales, primero en la calle Ancha y luego en la de Hospital, un emplazamiento situado a poca distancia de la principal arteria comercial de la ciudad.
En este entorno donde ve la luz el nieto del patriarca, Carlos Vendrell Paradís, destinado a escribir, sin duda, las páginas más brillantes del linaje.
Criado en la casa de Sarria y miembro de una familia de tres hermanos, su carácter inquieto y curioso y su sólida formación técnica y comercial le permitirán lograr retos nunca soñados por el abuelo.
Tras conocer a Adela Sàlvia Campanya y contraer matrimonio, se independiza económicamente de su progenitor y desarrolla su propia visión del negocio en un primer establecimiento en la calle Ferrán.
Sin embargo, el paso decisivo tendrá lugar a comienzos de los veinte cuando, a la edad de 41 años, hereda la tienda familiar localizada en la vía Hospital e inaugura otro local en las Ramblas, junto al Liceo, punto neurálgico de la urbe.
En ese tiempo crea también estrechos lazos con los principales fabricantes suizos, los mejores del ramo, cuyas marcas empieza a distribuir en España y, en menor medida, con manufacturas alemanas a las que adquiere movimientos y piezas.
Comienza produciendo una serie de relojes de pared, a base de maquinaria y componentes importados de calidad que ensamblaba en sus talleres asentados en Cataluña, y desarrolla también colecciones de unidades mecánicas de bolsillo y pulsera. Éstos últimos, aún semidesconocidos y sin mercado relevante, presentaban formas clásicas y montaban mecanismos de cuerda.
A finales de la década estrena otra tienda en el centro de Barcelona pero, en una sabia decisión, adopta un nuevo nombre comercial que aludía a cuatro factorías helvéticas que nutrían de modelos al local-‘Unión Suiza de Relojería’-, dando inicio a una enseña ligada indisolublemente a la capital catalana y a un referente dentro del sector.
Su ambición, respalda por los hechos, no tiene límites y su visión permite perfilar y configurar una estructura inédita en territorio nacional.
Pone en marcha D.E.R.S.A. (Distribuidora Española de Relojería, Sociedad Anónima) para canalizar a las joyerías de todo el país las casas helvéticas que representa en exclusiva y, en 1930, constituye dos marcas autóctonas, Duward y Kronos, además de levantar una fábrica propia con tecnología puntera en La-Chaux-de-Fonds, una de las cunas de la relojería helvética, que, en sus momentos álgidos, ronda el medio millar de empleados.
Es el inicio de la edad dorada de la compañía que durará casi hasta la crisis del cuarzo y que vivirá un intermedio con la Guerra Civil Española y los duros años de postguerra.
Al principio, Kronos, una firma que nace con una personalidad definida y diferenciada de la competencia y con cierto carácter elitista, se convierte en la niña mimada de la empresa, con dos tiendas exclusivas en Canaletas y la calle Pelayo, pero la situación da un giro ante el éxito cosechado por la segunda enseña.
Los relojes Duward, un sello que Paradís había ideado para su cadena de negocios, logran una notable acogida entre el público selecto de sus locales gracias a su durabilidad, solidez, innovación y diseño y, tras algunos años que su venta se restringe a las tiendas familiares, pasan a comercializarse en toda España y algunos países del extranjero donde competían, sin temor, con otras casas relevantes.
La firma española, en su papel de manufactura, presenta diversas tecnologías como los novedosos y atractivos relojes de horas saltantes (1933) y los primeros modelos automáticos (1939) con movimiento con reserva de marcha de 36 horas que irán sustituyendo a los de carga manual.
La investigación y la mejora constante la sitúan a la altura y por encima de muchos fabricantes suizos, con una amplia y escalonada gama de productos, de excelente relación calidad / precio, que le permite llegar a todos los estratos sociales.
En los cincuenta, con la cuarta generación representada por los hijos de Carlos -Jorge, Eduardo y Luis Vendrell-garantizando el empuje y la renovación en la dirección y un nuevo punto de venta operativo en la capital de España, la sociedad consolida su futuro con la aparición del calibre 1401 y el muelle irrompible DuwardFlex.
A estos adelantos seguirán la implantación del sistema de seguridad para salvaguardar el movimiento de golpes y vibraciones, el mecanismo w 777 con volante sobredimensionado destinado a cronógrafos y cronómetros, las esferas extraplanas y, ya en los sesenta, la mítica serie de buceo con dial hermético y caja preparada para sumergirse hasta 200 metros de profundidad.
Un conjunto de avances en materia de I+D que, unidos a la engrasada y nutrida red comercial y a la potente maquinaria publicitaria y de marketing, otorgan a la casa un papel principal dentro del mercado nacional.
En ese campo aún se recuerdan los spots televisivos del presentador de TVE José Luis Uribarri que, dos veces al día, repetía en la pequeña pantalla el mantra ‘Hora Duward, hora exacta’, la brillante idea de la Copa Duward, concedida al conjunto de fútbol menos goleado de la Primera División, o la no menos sugestiva revista Duwarín que se repartía gratis entre los socios del Club de la marca y se centraba en ofrecer historias humorísticas y de aventuras, además de reportajes y relatos ilustrados.
Entre las colecciones de la casa catalana algunas destacan notablemente.
Es el caso de la línea Diplomatic, relojes elegantes de aroma clásico con cajas cuadradas y rectangulares y movimientos mecánicos sobre gemas, la Triumph, de gran autonomía, formas sinuosas y corte moderno, la Junior dirigida a los más jóvenes (cadete), la Continual Oceanic y la reputada Aquastar, con coloridos diales con tratamiento luminiscente de fácil lectura y cajas estancas idóneas para practicar deportes acuáticos.
Referencias creadas fundamentalmente en acero inoxidable y, en menor medida, metal cromado, bañado y niquelado. Hay excepciones en plata de ley como los relojes unisex y joya para mujer de la colección Silver y también en oro macizo como el modelo King equipado con cristal de zafiro.
Vienen provistas de láminas de plexiglás, fondos roscados y a presión -algunos de ellos grabados con el logotipo de la firma, un escudo con cerco vegetal, relojes de arena y un yelmo con penacho-, y calendarios simples, dobles o triples de cambio rápido y tradicional.
Cuentan con segunderos centrales, llevan esferas metálicas de variada gama cromática, a veces tornasoladas, y se visten con correas o cadenas a juego con el material de la caja.
La empresa española, que producía también otras series (Progress, Orly…) e incluso relojes de carrillón, inicia un rumbo menos esplendoroso a finales de los sesenta tras el fallecimiento de Carlos Vendrell y el definitivo ascenso a la dirección de sus vástagos.
La turbulenta década de los setenta todavía nos deja detalles de grandeza como la aparición de la colección de cronógrafos extraplanos Teletime con alarma y alimentados con energía solar (1974) en respuesta a la fiebre digital japonesa, pero la división del negocio entre los hermanos y principalmente la pujanza de la industria nipona de bajos precios amenazan, al igual que les ocurre a otras firmas tradicionales, la subsistencia de la compañía relojera.
El nuevo responsable, Jorge Vendrell Salvia, cuarta generación de la saga, idea un plan para actualizar la firma, consolidar su prestigio y recuperar su posición dentro de un sector donde cuenta con más de dos mil puntos de venta.
En las últimas décadas Duward, tras algunos ejercicios difíciles, ha revitalizado su imagen con colecciones como la Duward Reversible de brazaletes intercambiables, acabada en oro de 18 quilates y lanzada en los noventa, con su vinculación publicitaria con personajes famosos e incluso con la resurrección de la Copa Duward en las temporadas 2000-2002.
El actual catálogo apuesta por el acero, con algunos ejemplos chapados y de acabados cerámicos, y busca revivir la esencia de antaño aunque con predominio del cuarzo y los movimientos de origen japonés. Se concentra en las líneas Aquastar, Diplomatic y Basic para señora y caballero equipadas con mecanismos automáticos y de pila.
Hoy en día son sus dos hijos, Jorge y Alejandro Vendrell Macía, quienes ocupan los cargos de vicepresidente y gerente y se encargan de diseñar los planes de futuro de la compañía barcelonesa que mantiene sus talleres en España y planea expandirse a corto plazo a los países de nuestro entorno más cercano.
Por su parte, la otra rama de la saga -personalizada en Luis Vendrell-también se ha mantenido firme, junto con sus descendientes (Luis, Javier, César y David Vendrell Pedrola), al frente de Unión Suiza, representante comercial de casas como IWC, Hublot, Le Coultre o Patek Philippe y de la marca Kronos y su variada gama de relojes y complementos, garantizando la permanencia del histórico apellido catalán ligado al mundo de la joyería y la alta relojería al menos durante otra generación.
Debajo de estas líneas podéis encontrar un link con un conjunto de anuncios antiguos en prensa de la casa Duward, así como unos enlaces de varios relojes vintage y retro de la marca que tenemos actualmente a la venta en nuestra tienda de ebay.
Esperamos que os haya gustado la entrada de este mes y esta humilde revisión histórica de la firma española.
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