El globo celeste de Don Faustino Paluzíe

La Tierra y el Universo al alcance de los dedos. El mundo y el firmamento miniaturizados y reducidos a una esfera en la que observar a escala el conocimiento y el saber que sobre el entorno ha acumulado el ser humano a lo largo de su trayectoria.

Situar las estrellas, recorrer el contorno de los continentes, palpar las formaciones montañosas, descubrir las dimensiones de los oceános, calibrar la inmensidad del espacio, o juguetear y girar la bola para comprobar a qué país o lugar nos llevará el azar.

Muchas posibilidades para un objeto de apariencia sencilla pero que representa en sí mismo un logro científico de primera magnitud, fruto de centurias de descubrimientos y avances geográficos, cartográficos y astronómicos.

Sabios griegos, chinos y, posteriormente, árabes construyeron, en torno a los siglos III-II a. C., los primeros globos terráqueos y celestes de los que se tiene noticia aunque el más antiguo que se conserva data de finales del XV y es obra del alemán Martin Behaim.

Estos objetos, que pronto se hicieron indispensables para la toma de decisiones de las más altas jerarquías sociales, adoptaron múltiples formas y acabados aunque no se generalizaron entre el gran público hasta la aparición de la litografía que posibilitó un considerable abaratamiento de los costes de producción.

Ofrecen una representación fidedigna de nuestro planeta y, en el caso de los celestes y las esferas armilares y astrolabios esféricos, un mapa del cielo nocturno con las constelaciones y las estrellas, y su movimiento aparente alrededor de la Tierra o el Sol.

El que ilustra este post fue comercializado por Faustino Paluzíe (1833-1901), relevante editor catalán especializado en libros educativos y material de enseñanza para niños y jóvenes e hijo de Esteban Paluzíe Cantalozella- Olot, 1806-, fundador de la editorial homónima, maestro y pedagógo innovador que escribió y dibujó manuales sobre amplias materias como matemáticas, historia, geografía o gramática.

La casa Paluzíe, una de las más famosas editoriales españolas dedicadas al público infantil y juvenil, abrió sus puertas en 1865 en un local de la calle de Bellafila de Gracia (Barcelona) y publicó su primer catálogo conocido dos años más tarde.

En 1871, padre e hijo-precursor en el uso de la litografía dentro del sector- unen sus fuerzas y al siguiente ejercicio amplían el negocio y construyen nuevos talleres en un establecimiento ubicado en el número 421 de la calle Diputación de Barcelona, en pleno ensanche de la ciudad condal.

Su actividad es muy amplia y abarca juguetes instructivos, teatros, mapas, recortables, material didáctico, manuales de escuela, libros diversos, atlas, silabarios, globos terrestres y celestes, esferas armilares y sistemas copernicanos.

La buena marcha de la empresa se ve ensombrecida por el fallecimiento del progenitor, el 10 de julio de 1873, aunque la sociedad continuará con éxito en manos de la segunda y tercera generación hasta su definitiva desaparición en 1940 tras la Guerra Civil española.

La unidad de las fotografías fue fabricada entre finales del siglo XIX y principios del XX y viene montada sobre una peana de madera negra anillada.

La bola, con el remate superior acabado en bronce, muestra la posición de las estrellas en el firmamento, los signos del zodiaco, y las constelaciones, con representaciones de animales, objetos, y personajes.

Viene firmada en un lateral con la inscripción ‘Globo Celeste que contiene las estrellas desde la 1ª a la 3ª magnitud construído por D.F. Paluzíe. Barcelona’ y está realizada en papel litografiado sobre escayola.

Se trata de un raro y bello ejemplo de los productos dirigidos a la enseñanza de la astronomía que presentaba el catálogo de la histórica casa editorial catalana.