Nacido a mediados del siglo XIX en la pequeña localidad de Staines, perteneciente al histórico condado de Middlesex, Walter Clemente Tyler es uno de los fabricantes británicos más conocidos dentro del campo de los proyectores y los artilugios ópticos.
Su trayectoria vital le lleva a casarse joven, en septiembre de 1973, con Louisa Agatha Stackemann, hermana del fotógrafo alemán Wilhelm Carl especializado en retratos y paisajes, y a dedicarse profesionalmente, dos años después, al mismo campo que su cuñado al poner en marcha un establecimiento en Wandsworth (Surrey).
Actividad que, progresivamente, combina con la exhibición y divulgación de linternas mágicas de distintos fabricantes hasta que decide ampliar el negocio y lanzarse a la comercialización de dispositivos, accesorios, series de diapositivas y complementos de pre-cine de producción propia.
Conjugando su empuje y habilidad comercial y los sólidos conocimientos en materia de óptica de su familiar político -famoso por fundar ‘The Photographic Tourists Association’, una agrupación comercial en la que varios fotógrafos recorrían el país y realizaban instantáneas de personas y edificios-, abre, en torno al año 1884, un local minorista de equipamientos (Tyler & Stackemann) en el número 115 de la londinense calle de Waterloo.
Emplazamiento que, sin cambiar de vía, se verá obligado a trasladar en los años venideros ante el éxito obtenido por sus productos. La empresa, cuya factoría estaba ubicada en Sheffield Street, ocupó locales en las demarcaciones 48, 50 y 94 donde permanece operativa hasta finales de la primera década de la centuria pasada.
El catálogo de la compañía, que en 1906 se convierte en sociedad de responsabilidad limitada -Walter Tyler Ltd-, recogía diversas referencias de proyectores entre los que sobresalían las reputadas linternas mágicas biunial, acabadas en madera y latón y dotadas de quemadores de gas y sistemas ópticos de alta calidad dobles y triples que permitían realizar transiciones, disoluciones y efectos sofisticados.
Sin embargo, el modelo más demandado y conocido, del que se lanzaron diversas versiones, se llamaba Helioscopic y resultaba idóneo para emplearlo en habitaciones espaciosas y desarrollar tanto actividades lúdicas como didácticas.
De forma rectangular, presentaba una estructura recia rematada en hojalata pavonada y medía, sin objetivo, 35 centímetros de largo por 13,5 de ancho y 26,5 de alto.
Constaba de un cuerpo central con dos puertas laterales con mirillas de cristales azulados y tiradores de bronce, una chimenea achatada y un portón posterior a media altura con apertura ovalada y cierre de pestaña.
Además, disponía de una base alargada sobre la que se asentaba, en la parte frontal, una carcasa cilíndrica de latón divida en dos partes por un anillo sostenido sobre tres muelles que permitía ajustar la introducción de las diapositivas, realizada con un instrumento con mango y superficie elíptica de lata con marco específico para los vidrios como el que se observa en las imágenes o con el clásico soporte de madera.
El aparato desarrollado por los socios se vendía embalado en una caja de madera y difería de las creaciones alemanas y francesas que copaban el mercado al otorgar un papel preponderante a la óptica y conjugar el uso doméstico y profesional.
Así, montaba un condensador de 10 centímetros de diámetro y un objetivo tubular de generosas dimensiones -27,5 centímetros de longitud-dotado de dos lentes interiores, tapadera protectora y un frente extensible que se regulaba mediante un suave mecanismo de cremallera y pistón.
Con el fin de optimizar la calidad del conjunto, incluía -según modelos-una pieza metálica concebida para deslizarse por un carril interior en la que iba acoplado el reflector, que servía para concentrar y dirigir la luz, y la fuente de iluminación alimentada, en ocasiones, por gas acetileno generado a partir de la reacción de agua y carburo de calcio, un sistema barato, sencillo y de gran rendimiento que fue patentado por el químico Humphrey Davy.
Otra peculiaridad era la gran cantidad de agujeros de ventilación que presentaba la superficie del aparato para evitar el calentamiento -situados tanto en la zona inferior como en los extremos y debajo de la chimenea-, así como la inclusión de apoyos para mantenerlo un poco erguido durante la proyección, generalmente piezas con bisagras situadas en la base o en el frontal.
Según las versiones, el artilugio, que admitía diferentes métodos de combustión, aparecía con chimeneas extensibles y de formas chinescas, con un cuadrado flotando sobre cuatro muelles en lugar del anillo de separación de tres apoyos, y con lente desplegable de varios cuerpos.
La máquina, que llevaba una chapa atornillada con el nombre del fabricante y la referencia a la patente (Nº 2459), también podía adquirirse íntegramente en color negro o en alternancia bronce / verde y con un práctico cajón para guardar las transparencias de imágenes.
La empresa completaba su oferta con otras linternas de gran tamaño y diseño y óptica similar a su producto estrella pero algo más compactas.
Solían presentarse con chimeneas en forma de pagoda y en tonalidades marrones y verdes o en acabado bicolor rojo / negro.
Se iluminaban con quemadores de gas, queroseno, aceite o electricidad y tenían una apariencia robusta y sólida, además de un funcionamiento eficaz que garantizaba numerosas horas de uso y disfrute.
Tras décadas de pujanza, en 1909 fallece el fundador y Walter Tyler Ltd expande su actividad al incipiente negocio del cine y se escinde en dos compañías dedicadas a la producción de películas, cinematógrafos, aparatos ópticos y equipamiento fotográfico (Tyler Apparatus Company y Tyler Film Company Ltd) que continúan activas hasta los inicios de la Primera Guerra Mundial cuando las deudas las conducen al cierre definitivo.
Es el punto y final para una empresa familiar que creció de la nada hasta convertirse en una referencia para los amantes de las linternas mágicas de estilo victoriano.
