Huchas: el juego y la ilusión del ahorro

Hucha de la juguetera Jyesa de hojalata litografiada y con mecanismo de manivela

Alcancía, cerdito, chanchito, cofrecillo, ladronera, vidriola, hurtadinero, olla ciega, almajarra, huaca, furchaina, sparschwein, kanzîyatireline, piggy bank, money box, cèlèngan… el extenso vocabulario existente en castellano y otras lenguas para definir este objeto destinado al almacenaje de dinero denota su antigüedad y la tradición social que acompaña su uso.

Las huchas de ahorros de las que hablaba Cervantes, en origen vasijas y recipientes ovoides cerrados, elaborados con arcilla no vidriada y dotados de una hendidura estrecha por donde echar las monedas que obligaba a romperlos para recuperar el capital, se vinculan a la necesidad humana de salvaguardar la riqueza.

Encuentran su antecedente en los cofres, baúles, cajas, barriles, sacos, bolsas y piezas de cerámica, vidrio, metal, bronce, madera o cuero destinadas a contener efectivo que, ante la ausencia de bancos y la frecuente inseguridad reinante que desaconsejaba llevar encima cantidades importantes, se escondían en todo tipo de lugares.

Alcancía múltiple de madera policromada fabricada en España para las cuestaciones religiosas. Fuente: http://museos.xunta.gal
Hucha española tradicional de barro datada en torno a 1920 y fabricada por la alfarería valenciana de los Hermanos Nomdedéu (l’Alcora). Fuente: http://www.museulalcora.es

Desde ubicaciones accesibles en el hogar, donde se guardaban las monedas pequeñas para gastos diarios, hasta localizaciones de lo más variopinto como jardines, pozos, cuevas, paredes, bodegas, tumbas y huecos de árboles.

Esos tesoros familiares -la costumbre del calcetín y el colchón aún pervive y no es raro todavía que durante obras o derribos aparezca por azar un hallazgo de esta índole-forman parte, hoy en día, del patrimonio de diferentes museos.

Los primeros registros históricos de estos contenedores de monedas datan del Antiguo Testamento.

Hay pruebas físicas de su existencia en Priene, una colonia griega en Asia Menor donde se ha encontrado una caja de dinero con forma de templo en miniatura y hendidura en el frontón (siglo II a. C.), y también han aparecido, con diversas hechuras, en excavaciones acometidas en las ciudades romanas de Pompeya y Herculano y en provincias imperiales (Aquitania, Germania…).

Hucha de la Dinastía Majapahit (Java). Siglo XIV-XV. Jabalí de terracota. Fuente: Pinterest

Igualmente, se conocen huchas de terracota y bambú manufacturadas en Java Oriental (Indonesia) en el siglo XIV por parte del antiguo Imperio Majapahit.

Imitan la figura de un jabalí, símbolo actual de la banca nacional del país, aunque algunas se presentan en forma de tubo o jarra y siempre vienen con la ranura en la parte superior para insertar el dinero.

Otras investigaciones han identificado útiles equivalentes contemporáneos de alfarería medieval rematados en loza en varios puntos de Europa central desde la República Checa y Eslovaquia a Hungría y Polonia que simulan bóvedas, huevos, bolas o cúpulas.

El origen de la hucha con el tradicional molde de puerco se tiende a fijar en la Inglaterra de la Baja Edad Media aunque también hay ejemplos en Alemania

Los datos indican que hace unos seiscientos años los moradores de las islas tenían la costumbre de acaparar monedas en ollas y jarras (pygg pots / pygg jars) que se construían, al igual que el resto de artículos domésticos, con una barata arcilla de tonalidad cercana al naranja (pygg).

Huchas de cerámica pintada que representan una simpática familia de cerditos

Este término guardaba muchas similitudes con la definición de cerdo (pig) y, al parecer, la evolución durante las centurias siguientes del lenguaje y la pronunciación contribuyeron a identificar la figura del animal, que simboliza la prosperidad y la abundancia, y el material con la que se moldeaban las huchas.

Una vez los italianos sientan las bases de la banca moderna, la alcancía pasa a conocerse como ‘banco de cerdo’ (piggy bank), calificación ya usual en el XVIII, y adopta su forma, lo que despierta el interés de los niños por el ahorro, además de ampliarse la paleta de compuestos que le dan vida (porcelana, cerámica policromada, madera, cristal soplado…).

La asociación entre la figura de un animal y la hucha no es exclusiva de Europa, como ya hemos citado en el caso del jabalí indonesio, y en otras latitudes se vincula a diversas especies relacionadas con la fortuna y la riqueza del estilo de los gatos, los elefantes, los buhos o las ranas.

Hucha mecánica con personaje de color fabricada a principios del XX

Sin embargo, el puerco teje también lazos simbólicos ya que, por una parte, representaba para las familias una garantía de futuro equivalente al ahorro de capital y, por otra, la matanza facilitaba proteínas para el invierno, al igual que la ruptura del recipiente, ‘engordado’ trabajosamente, suponía un premio a ese esfuerzo y sacrificio.

Los cerditos barrigones se popularizan notablemente hacia finales de la centuria y en el siguiente siglo, con la industrialización y mecanización del trabajo, surgen referencias figurativas e imaginativas para todos los gustos.

Las hay estáticas y mecánicas, de producción seriada y manufactura artesanal, humildes y lujosas y en diversos tamaños y colores.

Alcancía ‘Bank Magic Mouse’ de la casa japonesa Yone en hojalata y plástico

Torres, molinos, botes y jarras coexisten con gallinas, burros, hipopótamos, diablillos, libros, figuras religiosas, escenas compuestas (niña lanzando una moneda a una bolsa…) y motivos de lo más heterogéneo desde infantiles, decorativos y conmemorativos hasta humorísticos y educativos.

El metal gana presencia en la manufactura de estas piezas y se venden muchas unidades de hierro, latón, hojalata y bronce e incluso llegan a elaborarse de plata y oro, con lo que el soporte adquiere valor intrínseco y sale más rentable que el contenido.

El progreso y la búsqueda de la belleza exterior originan también cierta pérdida de significado en las huchas al dotarlas de una cerradura, tapón, candado, tornillo, código o dispositivo que permite extraer el efectivo sin partir el objeto, con lo que la tentación está más presente y la disposición al ahorro se resiente.

Hucha infantil de hierro fundido  representando a un negrito
Vista posterior de la alcancía con la ranura y el tornillo de apertura

Desaparece con ello la enseñanza basada en esforzarse y ser paciente para juntar el dinero suficiente para adquirir un bien valioso o satisfacer una aspiración, algo que se inculcaba a los jóvenes cuando recibían la paga semanal y en el hogar no había recursos para cumplir los deseos de todos.

Los niños, movidos por esa ilusión, siempre intentaban sacar algo de cambio a los mayores para el entretenimiento soñado y los más impacientes pergeñaban la fórmula para extraer las monedas sin que se notara.

Hucha de metal y con forma de libro distribuida por una caja de ahorros británica

Otro cambio tiene que ver con la adopción del papel moneda por parte del mundo civilizado que se refleja en las cajas de dinero con la inclusión de un orificio circular para insertar los billetes enrollados, a la vez que las ranuras de monedas se muestran, en algunas piezas, dentadas o con mecanismos de seguridad.

La evolución y permanencia de las alcancías en la vida cotidiana se ve reforzada por la cultura del ‘colchón de seguridad’ y por las campañas de captación de clientes de los bancos que regalaban huchas con figuras infantiles e implementaban promociones orientadas a los más jóvenes.

Orificios para billetes y monedas
Detalle del interior de la hucha

 

 

 

 

 

Era frecuente que la llave permaneciera custodiada en la entidad hasta que el recipiente se llenara y solían insertarse mensajes moralizantes que instaban a ahorrar en la juventud para no pasar necesidades en la vejez.

Las alcancías, muy presentes en el culto religioso y la vida civil, también se manifiestan a través de las captaciones y colectas populares promovidas por entidades altruistas y benéficas como Cruz Roja y Cáritas, en línea histórica con la práctica de la caridad.

Antigua hucha de escayola con forma de mujer oriental usada por el Domund

Algunas de estas referencias tienen un notable valor para el coleccionista y, por ende, precios elevados de tasación como sucede con las huchas del Domund (1950-60) que recrean bustos de los indígenas que atendían los misioneros.

Las huchas mecánicas, de accionamiento manual y automático, viven su auge entre la segunda mitad del XIX y las primeras décadas de la centuria pasada y montan sistemas, más o menos complejos, para trasladar o engullir las monedas hasta el interior de la caja

Se fabrican, sobre todo en hierro fundido y en Gran Bretaña y Estados Unidos, para satisfacer la demanda de elementos publicitarios atractivos por parte de tenderos y comerciantes y para impresionar a niños y mayores a la manera de juguetes educativos.

Vienen policromadas y son del agrado de los coleccionistas
Tiene una ranura encima del moño y una apertura en la base

 

 

 

 

 

 

 

 

Las hay de payasos, acróbatas, boxeo, perros, caballos, golf, niños, gatos, monos, bomberos, oficios, magos y escenas divertidas y trabajan moviendo una parte de la figura o colocando el dinero en un punto determinado para que desaparezca en el interior.

Entre 1885 y 1900 se hicieron muy famosas en el Imperio Británico las huchas de hierro fundido policromado y con tornillos centradas en la figura de Paul Kruger, uno de los líderes de la resistencia bóer contra el Reino Unido y presidente de la República Sudafricana.

Estaban inspiradas en la caricatura publicada en Westminster Gazette y se manufacturaron sin piezas móviles por John Harper & Co. aunque en los ejemplos tardíos se mecaniza la pipa del personaje.

Atractiva unidad británica de hierro pintado y forma de payaso

Esta línea de huchas para adultos de contenido político ya se había explotado en América con las representaciones del Tío Sam, padre del símbolo nacional, mientras engullía sus monedas por la boca.

Durante los años veinte y treinta triunfan las dedicadas a representar personas de color, mal vistas en la sociedad actual, y, dentro del mercado inglés, gozan también de mucha aceptación las manufacturadas para celebrar acontecimientos reales como las coronaciones y las diseñadas a modo de recuerdo (por ejemplo las de arcilla con la forma de la empanadilla típica de Cornualles).

Hucha de cerámica azul con detalles en metal plateado, dotada de tornillos, que imita una famosa estufa de carbón (Fobrux) de la firma comercial Les Fonderies Bruxelloises

En su última etapa, la hucha, convertida en un elemento cotidiano y decorativo, se ha manifestado en una multiplicidad de formatos, diseños, mecanismos y acabados, sobre todo a partir de la llegada de los compuestos plásticos.

Registradoras, casas, dibujos animados, personajes de comics, series y películas, buzones, cámaras, cajas de caudales, televisores, pirámides, trenes, marcas comerciales, muñecas e iconos modernos como el Titanic, Michelín, Popeye, Papa Noel o el cubo de Rubik, además de reproducciones de modelos antiguos y el irreductible cerdito, hacen la lista interminable y las más actuales cuentan incluso con cerraduras digitales y contadores electrónicos.

Sin embargo, la salud del producto se ha resentido, en un mundo dominado por las tarjetas y los métodos de pago virtuales, aunque muchas naciones (Países Bajos, Alemania, Japón…) conservan la tradición de recurrir a las huchas de cerdos y gatos para regalar prosperidad y buena fortuna en Año Nuevo y fechas especiales.

Hucha reloj musical Puck de Rico

En cualquier caso, la vitalidad del término sigue vigente ya que la necesidad de disponer de una caja fuerte, recipiente o alcancía donde almacenar dinero o artículos fáciles de convertir en efectivo (oro, gemas…) para afrontar una urgencia, necesidad o imprevisto no ha desaparecido del imaginario colectivo.

Para cerrar este post queremos ofreceros unos breves datos sobre las huchas antiguas que ilustran el texto y que están acabadas en hierro policromado, metal, hojalata litografiada, cerámica y escayola pintada.

Base con rejilla calada para visualizar el ahorro. Esta hucha trabaja al mover la oreja

Fechadas entre finales del siglo XIX y la década de los setenta, son de manufactura europea y japonesa y algunas vienen mecanizadas.

Sirven de arquetipo de diversas categorías de huchas de colección y alcancías antiguas como los modelos de juguete, las unidades publicitarias, las piezas de cuestación o las referencias bancarias.

De corte figurativo, representan una pareja de hombres de color, una familia de puercos, un payaso, una casa, el nido de un pájaro carpintero, un ratón en su madriguera, un calentador de carbón, un libro con el escudo de una entidad bancaria y una mujer oriental empleada para demandar limosnas en la España de posguerra.

Una atractiva muestra para homenajear a este emblema del ahorro.

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