Pilas benditeras, arte religioso y escudo protector

Benditera. Virgen con Niño. Plata de ley 925. Cuenco de agua bendita decorado con gallones. Adornos de querubines, volutas y motivos florales. España

El agua bendita como representación del Espíritu Santo, elemento purificador, hacedora de indulgencias y escudo protector contra el mal, las enfermedades y las desgracias siempre ha despertado el interés de los creyentes por sus propiedades sobrenaturales.

Ya desde época paleocristiana, los católicos emplean diversos recipientes para recoger pequeñas cantidades de las fuentes y depósitos situados en los lugares de culto que luego portan encima o guardan en sus domicilios para usarla en los ritos diarios y hacer frente a cualquier emergencia.

Estos utensilios destinados a almacenar el líquido sacramental, inicialmente austeros y alejados del ornato, adquieren, por efecto del contenido, esa carga mágica y gozan de gran predicamento entre los fieles con lo que, con el transcurrir de los siglos, su uso se generaliza entre todos los estratos sociales.

Pila benditera. Virgen sobre nube. Plata de ley 916. Años 40

La aparición de las aguabenditeras, que evocan en el ámbito doméstico y la devoción privada las primigenias pilas bautismales ubicadas en el exterior de los templos e iglesias, se sitúa a finales de la Baja Edad Media.

Se trata de piezas con un recipiente, cuenco o pililla semiesférico o troncocónico de poca capacidad en la parte inferior que suelen presentar forma de placa / plancha ornamentada con orificio para colocar a la entrada de la vivienda, en un mueble y en la pared del dormitorio con el fin de persignarse, santiguarse o rezar a la mañana y la noche.

Su evolución como objeto acrecienta el peso de los elementos decorativos e imaginativos en su manufactura combinando la función religiosa con la belleza y la artesanía más preciada

Aunque predominan las cerámicas, producidas en los principales centros de la alfarería nacional como Talavera, Manises, Alcora, Úbeda, Teruel y Sevilla, y las de diseño ovalado, su riqueza estilística, temática y formal es notable e influye en su longevidad como utensilio extendiendo su público a la esfera laica.

Pila benditera. Cristal, hojalata y metal plateado. 1950. Nuestra Señora de los Desamparados

Las hay de infinidad de materiales desde la opulenta porcelana pintada a mano destinada al rey y la nobleza, el biscuit, la loza vidriada, el mármol, la opalina blanca y el vidrio esmaltado de La Granja hasta el marfil, la terracota, el metal, la plata, el oro, el bronce, la piedra, el nácar, el cristal soplado, la hojalata, la madera, el barro, la calamina y el humilde estuco.

Pila benditera. Virgen con Niño. Plata de ley 916. Pórtico. Años 40

Otro tanto sucede con los motivos.

Las pilas benditeras se ilustran habitualmente con imágenes de Cristo crucificado, las diferentes Vírgenes, el Niño Jesús, la Cruz y los santos.

Son también frecuentes el monograma IHS, el Ángel de la Guarda, el Sagrado Corazón, las escenas de la Biblia, la Déesis, los símbolos de la Pasión, el Espíritu Santo, el ostensorio, los motivos heráldicos y de querubines, el Santo Cáliz, los escudos papales, monásticos y de órdenes religiosas, las veneras, los elementos naturales y otros adornos en línea con las modas que llegan de Francia y Alemania.

Pila benditera. Mármol dorado al mercurio. Placa de cobre plateado firmada A. Salèd. Alto relieve. Virgen con niño. Años 20. Cristal blanco con ondas. Francia

La iconografía devocional varía según el foco de producción y en determinadas áreas de la geografía nacional sobresalen unos motivos sobre otros pero destacan Santiago Apóstol, la Inmaculada Concepción, la Virgen del Prado, San Antonio de Padua, la Virgen de la Cueva Santa, la Sagrada Familia, Santa Bárbara, San Juan Bautista, San José o el Cordero Místico.

Las fábricas, artesanos, ceramistas y talleres trabajan con relieves, moldeados, tallas, policromías, cincelados, esmaltes, reflejos y todo tipo de técnicas decorativas y compositivas aunque, al margen de los encargos, hay también muchas piezas seriadas producidas con moldes y de menor calidad.

Dentro de la extensa oferta existen curiosos modelos de sobremesa y viaje y otros de gran rareza y alto precio como los retablos y los altares portátiles, populares en la cerámica valenciana del siglo XIX que se identifican por la profusión de adornos, figuras, detalles y elementos arquitectónicos modelados y pintados a mano.

Benditera catalana de vidrio soplado. Circa: 1701-1800. Fuente: http://ceres.mcu.es

De gran delicadeza resultan también las creaciones castellanas y catalanas del siglo XVIII, elaboradas con vidrio transparente y dotadas de depósito cónico estrangulado y colgador formado con cordones en zig-zag.

Igualmente, perviven piezas heterogéneas como los colgantes de oro y coral tallados en forma de benditera que se empleaban como amuletos para atraer la buena suerte en la zona de Salamanca o las originales botellas de loza de Sargadelos con apariencia de Virgen (Nuestra Señora del Carmen, de las Ermitas, de los Dolores…) diseñadas para recoger agua bendita.

Botella benditera de loza pintada de Sargadelos. Circa: 1845-1862. Fuente: http://ceres.mcu.es

Las benditeras fueron, poco a poco, perdiendo su significado religioso y ganando terreno en las colecciones particulares, ya convertidas en piezas de adorno que destacan por su atractivo, singularidad y artesanía.

Un breve recorrido por la red digital de museos españoles confirma lo apuntado en cuanto al predominio de los modelos cerámicos pero también nos enseña algunas interesantes placas de plata de decoración rococó con pileta, el mismo material empleado en la realización de la mayoría de las aguabenditeras que ilustran este artículo.

Un metal precioso, no asequible para todos los públicos, que los orfebres repujaban y cincelaban para dar forma a obras fluidas nacidas en Galicia, País Vasco, Madrid, Cataluña o Andalucía.

Pila benditera de plata de ley con Virgen con niño coronados con resplandor y en la parte inferior una Media Luna.
Pila benditera. San José. Calamina. Circa: 1900

Las pilas benditeras de plata de ley pueden, además de como amuleto o por su belleza e interés artístico, coleccionarse a la manera de una inversión a largo plazo gracias al valor intrínseco del material del que están hechas.

En ocasiones, la plata se embellece con esmaltes, lacados o pinturas para hacerlas más coloridas y llamativas a nivel visual.

Las dimensiones son muy variables pero podríamos hablar de unos cinco centímetros de altura para las más pequeñas mientras que las de mayor tamaño pueden sobrepasar los veinte centímetros.

Siempre aparecen con motivos religiosos que se combinan con elementos vegetales, geométricos y arquitectónicos y montan una argolla en el reverso.

Las placas pueden adoptar formas irregulares, de pórtico y figurativas, muchas tienen áreas caladas y casi siempre el recipiente se ilustra con adornos de gallones.

En la actualidad, las benditeras siguen conservando una legión de adeptos y raro es no ver alguna en la fachada o la pared de una vivienda del siglo XXI.

Pila benditera. Virgen leyendo. Plata de ley 925. Pórtico. Esmalte Vallés

 

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