Jupiter, el rey de los sacapuntas mecánicos de oficina

Considerado un ejemplo de la excelencia alemana en materia de ingeniería, el Jupiter es, sin duda, el mejor sacapuntas de sobremesa y oficina que se podía adquirir a principios del siglo XX para uso profesional y doméstico y uno de los más aclamados de la historia de estos instrumentos.

Sólido, funcional, eficiente, rápido, seguro, de fácil manejo, sencillo de reparar, con garantía de por vida, adaptable a diferentes formas, tipos y tamaños de lapiceros, y con capacidad para regular el corte de la mina, su científico diseño supuso un éxito comercial sin precedentes que lo situó a la vanguardia tecnológica en Alemania y el resto del mundo.

Fue fabricado por la firma Guhl & Harbeck, creada por Heinrich August Hermann Guhl y Christian Friedrich Harbeck y asentada en la ciudad de Hamburgo desde febrero de 1867.

La compañía se había labrado un sólido nombre en el competitivo sector de los aparatos mecánicos sacando diversos productos de calidad en los albores del siglo XIX como la imitada máquina de coser National Express (en torno a 1880), y las escasas y cotizadas máquinas de escribir Hammonia (1884) y su sucesora Kosmopolit (1889).

Los industriales alemanes, líderes en la producción de artículos de hierro y acero, vieron oportunidades de negocio en el creciente uso de lapiceros de madera y la dinámica demanda de estuches y útiles de afilado por parte de centros de trabajo, escuelas, hogares, dibujantes y artistas, y se lanzaron a producir grandes y robustos sacapuntas de escritorio.

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Este incipiente sector estaba dominado por las tradicionales navajas manufacturadas por sociedades como la estadounidense Eagle Pencil Company, y por los pequeños sacapuntas de mano y bolsillo que habían aparecido por primera vez en Europa y América entre los años 1830 y 1860 (Styloxynon de Cooper and Eckstein, Granate de Möller & Breitscheid, Norola B.B. de Fusor GmbH, modelos de WK Foster, y JW Strange & Co…).

Tres décadas después, con un mercado ya maduro, muchas empresas de ambos lados del Atlántico idearon nuevas propuestas de afilado, más complejas y especializadas, y se disparó el número de registros y concesiones.

Proyectos basados principalmente en la abrasión (Gem Pencil Sharpener, The Perfect Pencil Pointer…), los mecanismos de cuchillas (Duplex Pencil Sharpener, APSCO’s US Automatic Pencil Sharpener, Avanti, Lamson Pencil Sharpener…), y los sistemas de fresas de corte (Planetary Pencil Pointer, Webster Pencil Sharpener…) con diferentes formas (cilíndricas, cónicas, prismáticas…).

La patente del Júpiter, que se englobaba en este último grupo y trabajaba mediante corte por fresa de disco dentado, se solicitó en 1896 y tres años más tarde se vendía, bajo licencia, en los comercios y tiendas de todo el mundo.

La empresa diseñaría tres versiones diferentes y otras tantas variantes del afilalápices hasta la segunda mitad del siglo XX y, durante ese tiempo, muchas otras marcas del ramo (Trioh, Matador, Rotac, Vindobona, Sellier & Bellot, ESA, Princess, Omes, Draf 1, Davo, Globus, Trido…) intentarán imitar la apariencia y la excelencia del invento.

La primera serie, conocida como Jupiter O / Ur-Jupiter, se mantuvo en producción hasta el año 1914 y pueden encontrarse modelos-además del original alemán que se muestra en las imágenes-comercializados en el Reino Unido con el sello Swan-Pencil Co. y en Estados Unidos por el membrete Ruhl & Co. y también bajo la enseña Jupiter Pencil Pointer (Frank Mossberg Company).

Bastante inusual, se trata de una unidad realizada en hierro fundido, con detalles en acero, bronce y madera, que, al contrario que las series posteriores, carece de recipiente para los residuos y monta el volante con la manivela en el frontal.

Viene sin chapa identificativa y sólo se suministraba pintada de color negro y con impactantes letras doradas alusivas al nombre comercial (Jupiter), la empresa, el distribuidor, la patente, y el lugar de origen, así como con algunos detalles decorativos y la denominación del fabricante estampada en relieve en la base.

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Tenía una apariencia recia pero armoniosa, pesaba unos 2,4 kilogramos, y su precio triplicaba, en ocasiones, al de la competencia, con tarifas que se movían entre los ocho y los diez dólares frente a los dos y los cinco que costaban las unidades de otros fabricantes.

Medía algo más de treinta centímetros de longitud, y presentaba una base poco elevada, con un brazo estrecho que se abría en triángulo y culminaba en un extremo ancho, redondeado y protegido con una cúpula lateral.

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Sobre la estructura se levantaban dos pilares que sostenían una barra acanalada con carro de desplazamiento y un cilindro estriado dorado unido al engranaje.

Entre ambos elementos se deslizaba una pieza móvil con un orificio para insertar el extremo del lapicero y una palanca que, al presionarla, permitía desplazarla cómodamente y ajustarla al tamaño deseado.

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La punta del instrumento de escritura se acoplaba en un hueco cónico situado junto a la fresa de disco estriado, de gran tamaño y con numerosos puntos de afilado en ambas caras, y, según la presión ejercida, variaba la intensidad y profundidad del corte.

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El sacapuntas, que admitía lapiceros gruesos y estrechos, largos y cortos, y tizas de colores, se publicitaba como cómodo y seguro de usar incluso para los menores-llevaba dos agujeros en la base para fijarlo con tornillos a una superficie sólida- y cualquiera de sus componentes mecánicos podía repararse y adquirirse separadamente por un módico coste.

El modelo se rediseñó completamente en 1905 / 1906-fecha de registro de la segunda patente- y volvió a comercializarse bajo la denominación Jupiter 1.

Patente del Jupiter 1 fechada en 1906
Patente del Jupiter 1 fechada en 1906

Esta segunda versión, distribuida hasta 1928, llevaba el volante, de mayor tamaño, colocado en uno de los extremos y se disponía sobre una estructura hueca y elevada, de brazo recto rematado con una cara triangular y un espacio rectangular para el contenedor.

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Existían dos variantes del modelo.

La conocida como Jupiter G  (1905-1910) fue la primera en salir-en América venía marcada como Jupiter N- y se entregaba únicamente en acabado negro y con un contrapeso atornillado en su base.

Incluía un depósito para los residuos, en hierro fundido y con las instrucciones de mantenimiento pintadas en dorado, y, por primera vez, una chapa metálica fijada al cuerpo con el nombre y el escudo de los fabricantes, además de inscripciones de la manufactura.

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Es posible encontrar modelos con especificaciones diferentes, como la chapa plateada en lugar de dorada e identificados con los nombres de distribuidores internacionales y empresas de librería y material de oficina.

El diseño de la unidad pierde gracia con respecto al modelo 0 y se hace más compacto.

El cuerpo con los largos pilares verticales y la barra de hierro desaparece y el carro de desplazamiento consiste en un cilindro metálico, acanalado en el centro y unido al engranaje, y una tira del mismo material situada por encima y dotada con tres topes-hay anuncios publicitarios en los que no aparecen- para ayudar a desplazarlo y eliminar, en teoría, la necesidad de atornillar la máquina a una superficie fija.

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La pieza móvil va insertada dentro del tubo y colgada de la tira y ya no lleva la palanca para empujarla sino que se ha añadido un remate para hacerlo manualmente.

Además, el disco afilador, ahora grabado por el exterior con el nombre de la marca, disminuye considerablemente de tamaño, y el eje de la máquina sufre algunas alteraciones pero, a grandes rasgos, la esencia continúa intacta.

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La Jupiter 1 (1910-1928) es idéntica a la anterior salvo que no lleva peso, se vendía también en color rojo y verde oscuro-tonos muy difíciles de encontrar hoy en día- e incluía un pequeño dispositivo para regular el corte.

En 1928 volvió a renovarse la patente y se lanzó la tercera versión, Jupiter 2, que tuvo, de nuevo, un gran éxito comercial.

Permaneció en el mercado, en sus sucesivas variantes 2/51 y 2/51 B, desde principios de los años treinta hasta finales de los sesenta con un etiquetado similar al modelo anterior y elementos publicitarios que usaban un duende con cabeza de lápiz afilado.

El modelo Jupiter 2, -el que se aprecia en las fotografías-, en producción hasta 1951 y con un peso que ronda los tres kilos, presenta como novedad un contenedor de residuos más alto y una paleta cromática más rica (negro, rojo, morado, gris y verde).

Incluye, además, un dispositivo de parada automática para el carro de desplazamiento-a la tira superior de metal con pivotes se le añade una placa dentada por debajo similar a la que llevaba el modelo 0- y un mejorado mecanismo para controlar la intensidad del afilado.

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Después de la 2ª Guerra Mundial, la actividad se retomó y se fabricó el Jupiter 2/51, en catálogo durante la primera mitad de la década de los cincuenta.

La unidad, en color negro, venía con el volante acabado en baquelita e incluía ya algunos elementos de plástico como la lámina transparente que cubría el engranaje helicoidal, de nueva factura para obtener un funcionamiento más silencioso.

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El etiquetado de la pieza, al igual que la manufactura, se había empobrecido.

La chapa metálica fue sustituida por una mera impresión, las instrucciones se eliminaron, y el marcado se limitaba a las letras doradas con el modelo. Además, el recipiente de residuos deja de realizarse en hierro para empezar a elaborarse también con baquelita.

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Por último, entre 1955 y 1970, la empresa Guhl & Harbeck comercializó la definitiva versión del sacapuntas, Jupiter 2/ 51 B, en negro y un raro color verde.

En esta variante, la más ligera de la serie tras la primigenia, la sujeción de la barra corredera sufre modificaciones y se opta por usar dos tuercas de fijación, un sistema que no ofrece el mismo nivel de calidad que los empleados con anterioridad.

Por su parte, el contenedor puede aparecer acabado en resina / plástico, al igual que el mango de la manivela, y hay modelos que llevan también la cubierta plástica sobre el engranaje estrenada en la versión 2 / 51.

En 1970, la empresa alemana, que también manufacturó a lo largo de su historia otros productos de hierro y metal como afiladores de cuchillos y lámparas de carburo, cerró definitivamente sus puertas poniendo fin a la fabricación de un sacapuntas que un siglo después es capaz de trabajar con la eficacia y solidez del primer día.

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