Si bien el concepto de entidad bancaria se conoce desde las civilizaciones antiguas, la idea de pagar y recibir dinero mediante un documento contable de valor surgió en la Italia medieval cuando los bancos toscanos y lombardos comenzaron a emitir cartas de crédito e intercambio con instrucciones escritas, un método que no requería la presencia física del depositante para la transacción.
El sistema, germen del actual cheque, pronto se generalizó debido a la comodidad para los intervinientes y la inseguridad que implicaba llevar dinero en efectivo.
A principios del siglo XVI, la práctica, que tuvo en judíos y templarios a sus más avezados discípulos, se extendió a los Países Bajos y progresivamente al resto de Europa y las colonias americanas aunque algunas naciones como el Reino Unido fueron reticentes a adoptarla ante el temor de que aumentaran las falsificaciones y los intentos de fraude.
El uso del cheque, un papel nominativo, a la orden o al portador en el que el librador ordena a la institución de crédito el pago de una cantidad a favor de un beneficiario, impulsa el comercio y las transacciones financieras y, a partir del siglo XIX, el considerable volumen de operaciones y la creciente habilidad de los delincuentes para manipularlos aconseja adoptar sistemas mecánicos para garantizar su inviolabilidad.
Los amantes de lo ajeno buscaban incrementar la cantidad a cobrar y modificar el receptor del dinero y empleaban productos químicos para alterar el original y métodos artesanales para reproducir la letra, el papel y sus características como perforaciones, grabados y signos de identificación.
Los bancos emitían cheques con elementos de seguridad y verificación basados en estampar diferentes cantidades en los bordes -a diferentes alturas y usando tipos de letra y colores distintos-, imprimir series numéricas en los laterales y marcarlas o agujerearlas, crear patrones acolchados y en relieve y adoptar papeles especiales con fibra de colores, motivos estereográficos, sellos y dibujos de diversa índole.
El primer escritor / protector de cheque mecánico, un dispositivo creado para salvaguardar el documento de alteraciones no autorizadas mediante la adopción de técnicas de perforación e impresión alfanumérica como hacer agujeros en las formas de los números, crear cifras a base de orificios y grabar dígitos y letras complejas, aparece en el año 1870.
Es obra de Max Emanuel Berolzheimer que, meses antes, patenta en Nueva York un aparato de mesa para realizar una pauta de agujeros en cheques de diseño específico.
La tecnología de perforación y estampado de patrones en relieve será seguida y mejorada por otros inventores como J. B. Parks, J. G. Moody, Schlicht & Field Co., Hoggson & Pettis Manufacturing Co. o Chace & Co. hasta que a finales del siglo XIX aparecen modelos basados en métodos de impresión de cifras y caracteres.
Uno de los más antiguos fue ideado por los hermanos Libanus McLoud Todd (1862-1933) y George Walter Todd (1860-1938) fundadores de la empresa G. W. Todd & Company, posteriormente denominada Todd Protectograph Company.
Dos jóvenes emprendedores que desarrollan, en el jardín de su casa de Gregory Street y de manera artesanal, una máquina de rollos cilíndricos entintados, con base de madera y cuerpo de metal niquelado, que, posteriormente, recibirá un tratamiento de esmalte para mejorar su apariencia y durabilidad.
La sociedad, establecida en 1899 y asentada en la ciudad de Rochester, en el condado neoyorquino de Monroe, produce y comercializa cien unidades del aparato en su primer año de vida y en los siguientes cuatro años alcanza las diez mil referencias vendidas.
El artilugio, de estructura casi cuadrada -16,8 por 14,8-y un altura de 17 centímetros, grababa una línea diagonal en relieve sobre los cheques y otros documentos negociables, con tinta indeleble a un color impresa profundamente en el papel y una leyenda del tipo ‘no más de cien dólares’ que imposibilitaba que terceras personas volvieran a modificar el documento.
La pieza, ‘The Protectograph’, se manufacturó en hierro lacado en negro, con los adornos acabados en metal plateado, bronce y esmalte blanco. Estaba dotado de una palanca para estampar las letras sobre el papel y un dial para seleccionar la cantidad, cifrada entre dos y dos mil dólares americanos.
Su patente primigenia -modelo G-data de 1896, aunque sufre variaciones de diseño un lustro más tarde y los primeros anuncios no se lanzan hasta el año 1902.
El éxito es notable y tres años después, coincidiendo con la fabricación del Protectograph 25.000 unidades, la sociedad se traslada a una nueva factoría en West Main Street y en 1909 abren una planta en el número 1155 de University Avenue y presentan el Check Protector Internacional.
Una variación realizada para operar con divisas que tenía una estructura plana y alargada con los extremos redondeados y la palanca ubicada en un lateral y unida a un indicador elevado dotado con un estrecho dial curvo con números del 0 al 9.
Los datos difundidos por la compañía estadounidense indican que al cierre de la década contaban con unas 85.000 máquinas operativas en bancos, entidades financieras, negocios, empresas e instituciones públicas.
El crecimiento y la expansión del negocio, que abarcaba sistemas profesionales de protección y verificación de documentos, se ve impulsado con la aparición, en 1913, del Protectograph Check Writer, lo que obliga a una nueva mudanza a unas instalaciones de mayores dimensiones.
Este aparato, el que se observa en la mayoría de las imágenes que ilustran la entrada, recibe sucesivas mejoras a lo largo de una década, tal y como reflejan las patentes registradas, y pueden encontrarse unidades fabricadas hasta la década de los treinta.
Fue conocido por su solidez, rapidez, fiabilidad, solvencia, seguridad y calidad. Un ‘pura sangre’ dentro del sector, de estilo industrial art decó y líneas aerodinámicas que recuerdan a una locomotora de la época.
Pesado -más de cinco kilogramos-y acabado en hierro fundido con un recubrimiento de esmalte negro, presenta forma alargada y estructura compacta de dos hojas abatibles.
Muestra en un extremo una manivela con remate de madera para accionar el mecanismo y los elementos menores vienen realizados en metal niquelado.
Lleva una plataforma cuadrada, plegable, deslizable y con una escala numérica (1-21 y 10-80), que se ancla al frontal a través de una estructura de dos barras cilíndricas y puede hacerse coincidir con otra escala dorada grabada sobre el aparato (1-23), y una tapadera rectangular de cierre a presión, con las instrucciones en inglés pegadas al dorso, que oculta el sistema de engranajes y los tres rollos entintados cilíndricos, uno de considerable grosor.
Además, incluye un índice móvil en la parte superior, con un protector plástico y un interior de papel naranja y amarillo, destinado a establecer la cantidad en dólares y centavos, con escalas de cientos y miles (1-9, 11-19, 10-90).
La unidad, que se suministraba con una caja de madera, se abre en dos partes accionando simultáneamente un tirador y una palanca colocados en los laterales y monta una pequeña pieza metálica con forma de cruz latina y una placa curva con el nombre de la máquina, la marca y la referencia a su origen.
En la base, muestra, estampado en rojo, la serie de patentes registradas en Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña, y tiene un espacio para guardar la caja original de cartón facilitada por la casa americana con la tinta a usar en el aparato y uno de los botes primitivos que se comercializaban a cinco centavos de dólar la unidad.
Con unas dimensiones de 42 centímetros de largo por 14 de ancho y 12 de altura, algunos modelos se vendían también con una bandeja rectangular adicional de acabado negro situada en el extremo opuesto a la manivela.
La tecnología del aparato permitía grabar en el documento un texto a dos colores (negro y rojo), en relieve, calado y surcado por finas líneas blancas, con la cantidad exacta a pagar al beneficiario.
Para ello, es necesario colocar y centrar el cheque sobre la zona interior lisa, ir seleccionando los valores deseados y girar la palanca en cada ocasión para que los cabezales de impresión opriman los cilindros entintados y graben en el papel el importe monetario que puede incluir un sufijo y un prefijo -una serie de motivos geométricos-con el fin de evitar la inclusión de dígitos adicionales.
La empresa continúa con su imparable evolución y en torno a 1914 culmina el desarrollo de uno de los productos que más valor añadido generara a la factoría, el Protectograph System-Protod. Se trataba de un papel de seguridad tratado químicamente con tinta sensible y patrones matemáticos intrincados que protegía el nombre, la firma y la fecha de un cheque y que, al aplicarle un borrador, reaccionaba generando pequeños orificios en la superficie del documento.
En los años veinte la compañía, convertida en una de las más notables y relevantes del sector con una facturación acumulada desde su gestación de tres millones de dólares, emplea alrededor de un millar de trabajadores y suma unas 750.000 máquinas comercializadas contabilizando todas sus referencias de catálogo, incluyendo también los artículos de oficina como las sumadoras mecánicas.
En su búsqueda de nuevos nichos de mercado y estimulada por la competencia de otras sociedades del ramo como F & E Hedman y Paymaster Company, ambas de Chicago, Todd lanza, tres años después, escritores de cheques destinados al ámbito doméstico como el Securograph Junior Check Writer y el Protectograph Personal Check Writer -Modelo 1500-que se mantiene en producción hasta muy avanzada la década de los sesenta y permite estampar series de números.
Una unidad metálica de reducidas dimensiones, base rectangular plateada y cuerpo estrecho de color gris, con una palanca y una rueda en los laterales, un pequeño rodillo entintado interior y un tubo niquelado de tapa a rosca para almacenar reservas de tinta con las que humedecer los cilindros.
Durante esos años la empresa también vende modelos más ágiles y sencillos y también unidades fruto de la adquisición de otras firmas del sector como las ideadas por la casa de Minneapolis, Beebe Indeleble Check Protector Co., las concebidas por la sociedad Safety Check Protector Co., establecida en Boston, y las patentadas por la Peerless Check Protecting Company.
Los éxitos de Todd se mantienen durante las tres siguientes décadas hasta que el avance inexorable del progreso va minando las bases de su negocio, desplazado por sistemas de protección de documentos más avanzados.
Aún así, resulta curioso hoy en día meter un folio en la vieja máquina, conservada casi como cuando salió de fábrica, y observar cómo se salvaguardaban los papeles de manos extrañas a principios del siglo pasado.
Un viaje por la historia de los protectores de cheques, material de oficina de vanguardia que el tiempo ha dejado obsoleto, y un breve acercamiento a la trayectoria de una firma que manufacturó quizás el mejor y más exitoso modelo que ha surgido en el mercado: el Protectograph Check Writer.
Hola Daniel. Me alegro mucho que te haya gustado el artículo y que te resulte de utilidad para tu proyecto. Desgraciadamente no dispongo del manual del aparato y toda la información que recopilé se encuentra volcada en el artículo. Siento no poder ayudarte más. Mucha suerte con la búsqueda. Saludos