Entre los múltiples útiles de interés que albergaban las boticas decimonónicas, algunos considerados hoy en día preciadas antigüedades de farmacia, resaltan las excéntricas y curiosas prensas para tapones de corcho diseñadas con atractivas formas de animales exóticos.
Los profesionales de las farmacias, cuyas bases modernas empiezan a asentarse durante el siglo XVIII y XIX, acogieron con gran satisfacción la invención del tapón de corcho, que nace alrededor de 1830, y el posterior desarrollo de las primeras prensa-corchos destinadas a los laboratorios y el uso farmacéutico.
Estos artilugios, realizados con metales pesados y sólidos como el hierro fundido, el bronce o las aleaciones de cobre para cumplir su función con eficiencia, permitían al boticario evitar un arduo esfuerzo al introducir los tapones de distinto grosor en las botellas y frascos de cristal utilizados para guardar los tónicos, ungüentos y preparados.
En aquella época el vidrio de óptima calidad (verde, incoloro, rojo y opalino) era el material contenedor más usado, por encima de la porcelana y la cerámica, mientras que para mantener la hermeticidad de la solución se optaba por tapones de corcho fino, impermeable, flexible y poroso, que había que machacar antes de insertarlos en la boca de la pieza.
Las prensas, un recurrente regalo publicitario de las distribuidoras de medicamentos y las firmas comerciales a los dispensarios, cubren una necesidad del farmaceútico y su presencia, atornilladas en los mostradores de las boticas, se generaliza durante el siglo XIX y los inicios de la centuria pasada hasta que el corcho se sustituye por nuevos compuestos más asépticos.
Con estos artículos es posible comprimir los tapones, que solían hervirse o escaldarse en agua caliente para reblandecerlos antes de fijarlos en la prensa y reducir su diámetro para ajustarlos a la boca de los recipientes.
Cuando se secaban el corcho se expandía y el preparado quedaba cerrado herméticamente y a salvo del deterioro y los contaminantes.
Constan de dos partes metálicas, unidas con bisagras, que se abren por la mitad y tienen las caras interiores estriadas y con acanalados cilíndricos adaptables a diversos tamaños de tapones. El mango con el que aplicar fuerza suele ser en los zoomorfos la cola del animal.
El artículo, que aúna funcionalidad y ornamento y aparecía en todos los catálogos profesionales del ramo, presenta diversas variantes.
Se mueve, según el fabricante, en una escala de pesos que va del medio kilo a los cuatro kilogramos y el tamaño de la pieza oscila entre 23 y 35 centímetros de longitud.
Por regla general aparecen con el material sin trabajar aunque, los más cuidados, vienen pintados, patinados o esmaltados y suelen tener agujeros perforados en las patas para asegurarlos a una base de madera o mármol y facilitar la tarea durante el funcionamiento del aparato.
Los coleccionistas y aficionados a las prensas y las antigüedades de farmacia buscan, como hemos dicho, los de animales.
Las versiones de cocodrilos y serpientes resultan las más habituales en el mercado aunque es viable también encontrar perros, salamandras, lagartos y camaleones en diferentes actitudes (con la boca abierta o cerrada, sumisos o amenazantes, estáticos o en movimiento…).
La elección de estos animales no es casual y responde a cuestiones dispares y un tanto simbólicas.
El cocodrilo se emplea porque el poder de su mandíbula se asocia con la función del objeto y también porque era frecuente ver a los de pequeño tamaño disecados y colgados en la botica como elemento exótico y como arquetipo del conocimiento oculto.
Por su parte, la serpiente es el reptil del caduceo farmaceútico y aparece en las representaciones de Asclepios, el dios de la medicina. Está relacionada con el arte de la sanación, la fertilidad y la vida y su veneno puede ser curativo y mortal como la mayoría de las medicinas.
La salamandra, de la que se decía que vivía en el fuego sin ser consumida, simboliza la capacidad de regeneración de los órganos y el sueño de inmortalidad que nos pueden traer los avances médicos, científicos y farmacológicos.
En cuanto al camaleón, uno de los más inusuales y magnéticos como pieza ornamental, su visión curiosa que todo lo cubre representa la necesidad de permanecer siempre alerta, informado y aprendiendo.
Por último, la forma del perro puede deberse a que desde la mitología griega se plasma como el compañero fiel, leal e inseparable del hombre, virtudes que, salvando las distancias, son aplicables al boticario.
Además de los manufacturados por las casas de productos higiénicos y de farmacia para regalar a sus clientes (Cotoflex, Truelle Frères…) muchas firmas del sector y de otros ámbitos industriales fabricaron prensas de tapones de corcho para boticas y laboratorios.
Algunas fueron la francesa Léon Quillet, dedicada a los suministros para comerciantes, y las fundiciones británica y austriaca A. Kenrick & Sons y Luber Guss.
Los precios de estas antigüedades técnicas y de botica oscilan entre los 200 y los miles de euros dependiendo de su originalidad, rareza, belleza, exclusividad y estado de conservación.
La prensa de farmacia que os presentamos en esta entrada y podéis encontrar en el catálogo online de nuestra web data de finales del siglo XIX y está realizada en hierro fundido policromado en presentación verde y gris.
De fabricación europea, luce forma de lagarto, con la cabeza erguida y la boca cerrada, y tiene capacidad para operar con cuatro diámetros de tapones.
El aparato, idóneo para los amantes de los objetos decorativos, las piezas insólitas y las máquinas antiguas, mide 28 centímetros de largo por 11,5 cm de alto y 11 de ancho y cuenta con un peso cercano a los tres kilos.
Lleva las patas agujereadas y tiene la cola larga y levantada, lo que facilita el agarre al presionar, y un cuerpo trabajado con escamas en su parte superior.
Un espectacular y bien conservado, salvo por algunos puntos de óxido, modelo de prensa-corchos zoomorfo, con una factura y unos acabados dignos de los mejores modelos de su categoría.
Siguiendo la moda de estos ejemplares, reputadas casas de cerámica incluyeron en sus colecciones lagartos de farmacia decorativos, pintados y ornamentados, como la singular pieza de loza de Alcora fabricada alrededor del año 1800 que aparece bajo estas líneas.
La decoración de las prensa-corchos, también las hay con forma de lagartija, puede incluir caducéos y más raramente hojas de vid y motivos relativos al vino, así como personajes, guerreros, dioses o pequeños animales en la base.
Su entrada en desuso fue originada por la supresión del corcho pero su robustez ayudó a que muchos ejemplos llegaran hasta nuestros días, lo que nos permite apreciar el cuidado que los fabricantes de antaño ponían en hermanar las necesidades prácticas y la belleza en algunos de los útiles manufacturados en sus talleres.
Hasta el punto que artículos de uso cotidiano y rutinario como las prensas de farmacia para tapones de corcho resultan hoy sumamente atrayentes para muchas personas que desean hacer una nueva colección de objetos antiguos.
Y también para los que buscan un elemento decorativo que llame la atención y resulte curioso, desean una pieza de botica de época para sus negocios o simplemente se dejan seducir por las líneas de un objeto peculiar, simple y eficaz pero también estimulante y seductor.