Swiza: un siglo de artesanía y pasión relojera

Son escasas las casas relojeras que pueden presumir de tener una historia tan longeva como Swiza.

Creada en el año 1904, la firma helvética, cuyo nombre nos recuerda vagamente al del país que la vio nacer, se ha convertido con el transcurrir de los años en la manufactura de relojes de alarma más antigua y de mayor tamaño de las asentadas en Suiza.

La marca, una de las pocas con una estructura industrial capaz de acometer todas y cada una de las fases de construcción de un reloj desde el diseño y la concepción hasta el desarrollo y la fabricación, inició su andadura en el distrito de Moutier, situado en la cordillera del Jura, la región francófona del cantón de Berna, fabricando movimientos mecánicos y componentes de relojería.

Su fundador, Louis Schwab, se especializó en relojes de alarma equipados con mecanismos de cuerda de un día de duración y pronto se hizo un hueco en el mercado con una variada gama de sobremesas, modelos de viaje, penduletas, despertadores y unidades en miniatura que aunaban calidad y estética atractiva.

Uno de los mayores éxitos de la empresa llegaría en 1918 cuando lanzó un reloj de campana bajo la denominación comercial Levtoi que fue acogido con gran entusiasmo por el público y supuso enormes réditos para la marca a nivel de prestigio y popularidad internacional.

Los inicios de los treinta traen grandes cambios para una compañía que se posiciona en el sector de gama alta y apuesta por emplear materiales nobles y finos como el bronce o el esmaltado e incorporar las técnicas más novedosas sin perder su impronta artesanal.

El fallecimiento del cabeza de familia obliga a sus tres hijos a tomar las riendas de la empresa en 1935 y una de las primeras decisiones del nuevo presidente, Pierre Schwab, es registrar la marca Swiza, medida acertada a tenor de los resultados de ventas.

El siguiente reto a afrontar viene generado por la creciente competencia de los relojes alemanes que a menor costo ofrecen una alternativa al consumidor que pone en peligro el nicho de mercado de la compañía suiza.

La respuesta helvética resulta acorde a su tradición: incrementar la calidad, precisión y durabilidad de sus productos y mejorar la apariencia para lo que recurren incluso a los servicios de diseñadores franceses junto a los que crean piezas fantasiosas y deseables.

Se incorpora a la gama un nuevo y exclusivo movimiento de ocho días cuerda montado sobre quince gemas que se convertirá en el estandarte de la innovación y la excelencia de la casa y será decisivo para su consolidación en el sector en las siguientes décadas.

En los años cincuenta, el catálogo crece en referencias y diseños e incluso se llegan a fabricar algunas unidades eléctricas dotadas con pequeños motores para cargar la cuerda.

Los movimientos de un día y ocho días montados sobre dos, siete, nueve y quince rubíes se ofrecen en más de un centenar de cajas diferentes con acabados de latón pulido, acero y metales bañados en oro, y dotados con funciones como alarma y calendario simple o doble.

La mezcla de innovación y funcionalidad que destilan sus productos la convierten en la referencia ineludible del sector y le otorgan la confianza del gran público.

Las creaciones de la casa helvética decoran salones, despachos, estudios, entradas y habitaciones y se amplía su abanico de consumidores gracias a un catálogo variado donde conviven unidades sencillas como los clásicos despertadores redondos de mesilla, con modelos ocultos, diseños estilo imperio, relojes de viaje y miniaturas preciosistas para bolsillos adinerados.

Piezas adornadas con satinados, relieves, estuches de cuero, grabados, cristales tallados, madera y otros muchos materiales que embellecen la maestría mecánica de la prestigiosa casa suiza, muy conocida y apreciada en España.

La hermosa tradición de manufacturar relojes mecánicos con formas sugerentes como espejos, campanas, pisapapeles, lupas, barriles o lámparas se mantendrá hasta los años setenta y le supondrá, en 1973, el reconocimiento de la industria europea que le concede el Gold Mercury Reward.

A finales de la década la empresa sufrirá de nuevo años convulsos debido a la aparición en el mercado del revolucionario movimiento de cuarzo y a la pujante industria japonesa de unidades digitales, desafíos con los que lidiará la tercera generación representada en la persona de Pierre Schwab Junior.

La solución inevitable fue incorporar, en 1979, por primera vez el cuarzo a sus colecciones y crear cinco años más tarde una gama exclusiva equipada con este tipo de movimiento, con o sin función de alarma.

Sin embargo, este hecho no supuso el declive de la marca, como sucedió con otras muchas, gracias a que Swiza conservo gran parte de su creatividad y saber hacer y supo volver a posicionarse en el sector más alto del mercado de relojes de mesa y despertadores.

Su renacimiento se plasmó a finales de los noventa cuando apostó por introducir una nueva línea de modelos de pulsera para hombre y mujer-acabados en acero, sumergibles y dotados de correas de cuero, cristal zafiro y funciones de alarma- completando su gama de artículos de relojería.

La compañía garantizó su desarrollo futuro con su integración, en 2006, en el holding Bedonia, un acuerdo beneficioso en la medida que le aporta recursos financieros, le da la posibilidad de optimizar las sinergias industriales del conglomerado corporativo, y le permite conservar la dirección en manos de los herederos de la familia fundadora.

En la actualidad, la empresa emplea a cuarenta personas en su moderna factoría de Delémont entre artesanos, pulidores, ingenieros, mecánicos y relojeros.

Las instalaciones producen anualmente entre 40.000 y 50.000 relojes, despertadores y movimientos para la manufactura y también para otras marcas de prestigio del sector en calidad de subcontratista.

El 90% del total se destina a la exportación y se comercializa en los principales mercados internacionales bajo las firmas Swiza, Matthew Norman-adquirida en los años noventa y especializada en complejos movimientos mecánicos y tecnologías como las fases lunares- y l’Epée-comprada en 2008 y centrada en unidades de viaje.

Hoy en día, tras la recuperación del prestigio del arte relojero, las modernas colecciones de Swiza y sus marcas filiales siguen sorprendiendo por su constante apuesta por la investigación y el desarrollo tecnológico vestido bajo un manto seductor.

Modelos mecánicos con más de trescientos componentes y movimientos de 37 gemas y 40 días que conservan la tradición de siglos de artesanía helvética.

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13 respuestas a «Swiza: un siglo de artesanía y pasión relojera»

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